Hay mujeres que temen ir a la consulta del ginecólogo porque reciben comentarios hirientes. Este hecho arriesga la vida porque hay quienes dejan de hacerse análisis importantes para prevenir el cáncer.
“La violencia ginecológica es considerada como otra forma de violencia de género ya que produce traumas en las pacientes cuando reciben maltrato de parte del personal médico en los centros hospitalarios públicos y privados”, afirmó Julieta Mamani, especialista en Educación sobre Salud Sexual y Reproductiva.
“Prefiero mil veces ir al dentista que al ginecólogo”, dijo Esther Jaldín, de 28 años, mientras esperaba su turno para ingresar al consultorio de su médico.
Todos los días miles de mujeres de distintas edades solicitan atención ginecológica en los diferentes centros de salud públicos o privados en todo el país. La atención del sistema de salud boliviano en ginecología y obstetricia constituye uno de los mayores retos en cuanto a comunicación y buen trato hacia las pacientes.
“Casi todas las mujeres que conocemos, amigas, primas, recuerdan algún tipo de maltrato verbal en sus consultas ginecológicas, todo esto es tratado con naturalidad debido fundamentalmente a que es vergonzoso hablar de ello y peor aún hacer una denuncia pública ante las instancias que correspondan”, manifestó, Mamani.
Esther continúa su relato y recuerda que en medio de un procedimiento rutinario de revisión, se quejó por el dolor que le producía el espéculo, que es un instrumento que permite la observación directa al interior de la cavidad vaginal. La doctora que la atendía le dijo que era una “exagerada” y que eso no producía ningún dolor. Sin embargo lo que más le dolió fue el comentario que hizo después: “Para otras cosas no se quejan”.
“Me sentí mal, me lastimó y me avergonzó, decidí no regresar ni siquiera para recoger los resultados de mis análisis”, contó Esther.
¿Se vulneraron sus derechos?
La especialista en Educación Sexual afirma que los derechos de Esther y los de otras mujeres son vulnerados día a día durante las consultas ginecológicas. Mamani afirma que este tipo de trato refuerza la creencia, en algunos sectores de la población femenina, de que es mejor evitar en lo posible realizarse pruebas tan importantes como la del Papanicolaou, para la prevención y detección temprana del cáncer de cuello uterino y para la guía sobre sexualidad y reproducción. “De alguna manera todo esto incide en los índices de mujeres con cáncer de cuello uterino, embarazos no planificados y enfermedades de trasmisión sexual porque el trauma de esos maltratos persisten en las pacientes que se convierten en víctimas”, afirmó.
“Todo procedimiento que tenga que ver con la intimidad de las personas debe caracterizarse por respetar la integridad física y ante todo psicológica de la paciente. Al principio de cualquier procedimiento es importante informar lo que se va a realizar y tranquilizar a la paciente ante cualquier duda y temor que tenga; por tratarse de una parte del cuerpo de especial cuidado ya que se está tratando la sexualidad de una persona”, indicó la ginecóloga Laura Campuzano.
La especialista en ginecología cuenta que en muchas ocasiones debe tener especial cuidado, al momento de realizar el procedimiento de toma de muestras para pruebas como la del Papanicolau. “Culturalmente todavía tenemos muchos tabúes arraigados en nosotras mismas sobre nuestra sexualidad”, afirma. Campuzano indica que el buen trato y la calidez humana deben partir desde la empatía como seres humanos y luego como profesionales.
La Ley 348, que sanciona todo tipo de violencia hacia las mujeres, indica que se deben adoptar normas, políticas y programas destinadas a prevenir y sancionar la violencia en los servicios de salud ejercida por cualquier funcionario de servicio público, seguro social o privado. Además el artículo 7 de esta ley señala que se considera como una forma de violencia hacia las mujeres, “aquella acción u omisión que impida el ejercicio de los derechos de disfrutar una vida sexual libre, segura, afectiva y plena”.
Josselyn, de 17 años, cuenta que cuando fue a una consulta ginecológica del centro de salud cercano a su hogar tuvo una mala experiencia. “Hace 2 años que tengo novio y comenzamos a tener relaciones sexuales, decidimos juntos que cuidarnos es lo mejor para los dos y cuando ingresamos al consultorio del doctor y le dijimos la razón de la consulta, nos dijo que en lo último en lo que deberíamos estar pensando era en sexo y que deberíamos estudiar y de muy mala gana nos dio unos folletos. De susto salimos rápido y en la puerta la enfermera nos dijo moviendo su cabeza que nuestra edad solo hay que dedicarse a otra cosas”.
El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) emitió un alarmante informe en mayo de la pasada gestión; el mismo registra que entre 2010 y 2011 se produjo un incremento del 25% de embarazos no planificados en mujeres adolescentes que oscilan las edades de 12 y 19 años. Mientras que el Sistema Nacional de Información en Salud (SNIS) registró el año 2013, 246 embarazos por día en mujeres menores de 20 años, llegando a la cifra de 90.00 embarazos durante esa gestión.
La ley 045 indica que los sistemas de educación y salud deben promover e implementar procesos educativos sobre toda forma de discriminación con el fin de modificar prejuicios, estereotipos actitudes y comportamientos discriminatorios.
“Muchas mujeres tienen vergüenza de preguntar, de buscar ayuda sobre sus derechos sexuales y reproductivos. Todo esto reforzado por los factores culturales y sociales que de algún modo invisibilizan sus necesidades”, manifestó la especialista Mamani.
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