Crearon una cuenta de falsa de Pilar, desde donde compartieron fotos en las que, aparentemente, estaba desnuda. Ella tuvo que encarar al autor para frenar la agresión. Otros no tienen la misma suerte.
Pilar B. había vivido seis años con su pareja, a la que conoció cuando tenía 22. La ruptura fue más que un simple alejamiento: “Mi hermana me contó que yo le había solicitado ser su amiga por Facebook de una cuenta nueva y como es mi hermana me aceptó, después vio que yo, supuestamente, me ofrecía como prostituta”.
Varios conocidos ya habían aceptado la “nueva solicitud” de Pilar y todos ellos la habrían visto en poses, que a juicio de su familia, “decir que eran muy provocativas es poco”. En las fotografías, que estaban muy bien elaboradas en un programa de diseño, se veía a la víctima casi desnuda, en casi todas sus presentaciones con texto burlesco sobre sí misma.
“He verificado varias pistas y después hemos descubierto que era mi ex. Es que no terminamos bien, ya nadie lo quería en mi familia. Al principio no era así, después todos me han dicho que lo veían con otras…Queríamos hacerle un juicio, pero después ya no porque él no tiene ni siquiera título de Bachiller… sabe manejar la computadora bien y tiene su Facebook donde ofrece servicios técnicos de computación. También creo que se ha asustado porque mi hermana tiene el carácter bien fuerte y, él sabe, por eso ella le ha llamado por teléfono para amenazarle si volvía a hacer eso y no ha hecho más”, señala Pilar.
Pero, el daño ya está hecho. Aunque Pilar quiso aclarar a las personas que no era ella que se desnudó para el Facebook, no todos le creyeron. “Creo que pensaron que realmente soy así y que me equivoqué, como error de taypeo, cuando ellos recibieron todo eso, porque me veían muy raro… ni modo”.
Todos pueden abrir cuentas sin registrar sus verdaderos nombres, no existe un control sobre este tema ni aquí ni en ninguna otra parte. Y a Pilar sólo le queda el consuelo de que no es la única que padece este tipo de “bromas pesadas”, incluso políticos se sienten muy ofendidos por un par de memes.
Sin embargo, existe un Proyecto de Ley en el que se aborda el tema de la violación de datos personales, afectación a la honra en las redes sociales y la creación, que podría ser el candado para que este tipo de violaciones a la intimidad no vuelvan a ocurrir, aunque otros piensan que coartaría la libertad de expresión.
“La sanción en estos casos sería la prisión de seis meses a dos años”, declaró el vicepresidente de diputados, Víctor Borda, quien es el autor del borrador de dicho proyecto.
Según las estadísticas de Facebook para Bolivia, casi el 13 por ciento de la población tiene por lo menos un registro en esta red, pero existen jóvenes que manejan hasta tres cuentas.
“Tengo tres correos, y dos cuentas de Facebook, ninguna tiene mi nombre original porque si no todos sabrían que soy yo, ahora, obvio que tengo cuentas personales pero ahí no están mis mejores amigos o mi familia, a no ser alguien que no me cae, por ejemplo”, dice Danilo J., seudónimo de un diseñador de memes que utiliza una aplicación de su propio celular para crear estas iconografías, que comparte usualmente con gente que está en su entorno universitario. Salvo dos personas, nadie más sabe quién es él realmente y agrega “no hace daño a nadie… nos hace reír a todos, a todos les gusta”.
Aparentemente no se necesita mucho ingenio para la elaboración de estas burlas ya que las aplicaciones son cada vez más fáciles de manejar y mucho más para los que son más jóvenes. Aunque para algunos de los que realizan estas creaciones, no se trata de algo malo.
“Tampoco hago cosas que arruinen la vida de la gente, sólo cuando hay cosas que pueden ser chistosas o que no tienen sentido o que es obvio que no es cierto, ahí yo les aumento y hay que exagerar si quieres hacer reír a la gente y que te pongan likes”, señala.
Definitivamente a nadie le gusta que alguien utilice nuestra fotografía para realizar estos actos y, aunque todos podrían estar de acuerdo en ello, existe gente que está en total desacuerdo con lo que podría ser una futura Ley de regulación de redes sociales.
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