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martes, 17 de mayo de 2016

Lily Cortez: “Soy la wawa del Defensor”, por Raquel Otálora

Es la principal dirigente de las trabajadoras sexuales, ahora promueve derechos humanos y lucha contra el proxenetismo, la trata y tráfico de personas, en particular de mujeres, y la vulneración de derechos.

Finalmente se encontraba en Cochabamba, el viaje le pareció corto desde La Paz, quería estar lo más lejos posible del infierno de violaciones y vejaciones al que había sido sometida por su padrastro desde sus 12 años, cuando su madre murió. Esperanzada creyó que su padre la ayudaría, pero sólo pagó tres días de un alojamiento y desapareció. Mientras deambulaba por la plaza principal de Cochabamba sin saber qué hacer, una mujer le ofreció trabajo en un supuesto restaurante, este encuentro le cambió la vida. Así comienza su relato Lily Cortez, nombre convencional, como ella dice lo usaba de noche, como hacen las trabajadoras sexuales. 

En algún momento se le escapa una lágrima al recordar que apenas tenía 17 años cuando Isabel, la persona que le ofreció trabajo, la entregó a un grupo de hombres y la obligó a estar con ellos a golpes. 

Han pasado más de 25 años desde entonces y ahora Lily es fuerte, decidida, empoderada y dirige la Organización de Trabajadoras Nocturnas - Bolivia (OTN), su lucha empezó con un grupo de trabajadoras sexuales, en La Paz y El Alto, ante los abusos policiales y de los dueños de lenocinios. 

La líder cuenta que “en la Policía había una oficina donde nos matriculaban, como a delincuentes, nos sacaban fotos de frente y de perfil, pagábamos por trabajar, cada viernes la Policía venía a los locales nos pedían plata a todas, nos arrestaban, nos golpeaban, nos echaban con agua”.

Cansadas del abuso denunciaron los hechos a la Defensoría del Pueblo, que realizó una investigación de oficio, presentó un Recurso de Inconstitucionalidad contra la Policía y ganó, desde entonces la lucha de las trabajadoras sexuales no paró pese a las amenazas y amedrentamiento. La institución defensorial formó líderes y apoyó la conformación de cinco organizaciones a nivel departamental de trabajadoras sexuales que se constituyeron en el referente para la conquista de sus derechos. 

Lily dirige el sector desde hace 14 años, lideró varias movilizaciones en defensa de los derechos de estas mujeres, logrando así que se frenen los abusos policiales, que los dueños de los locales les paguen aguinaldo y que las traten con respeto. “En todo esto, la Defensoría siempre está a mi lado, en mi formación como líder, apoyando la lucha, por eso digo yo soy la wawa del Defensor del Pueblo y esta organización también, porque nosotras trabajamos bajo el paraguas de la defensa de los derechos de las mujeres”, afirma Lily.

Reconoce que su liderazgo le trajo costos familiares, pues sus hermanos la negaron, le pidieron que no salga públicamente, pero ella decidió hacerlo. Dice sentirse feliz porque sus dos hijas, ahora profesionales, le acompañan en su lucha. “Me costó que entendieran, pero lo hicieron”, asegura mientras su rostro se llena de felicidad cuando habla de sus hijas y de sus nietos.

Ahora,  Lily Cortez sale en los medios de comunicación, firme, defendiendo los derechos de las más de 50.000 mujeres que están en esta actividad, así como de las adolescentes y jóvenes que son engañadas y violentadas. 

Recientemente presentaron un proyecto de ley para regularizar el trabajo sexual que fue tratado en una de las Comisiones de la Cámara de Diputados, en cuyo recorrido estuvo la Defensoría del Pueblo manifestando que cualquier norma referida a esta población, debe priorizar la protección de derechos de las mujeres, antes que a propietarios y administradores.

La luchadora asegura que el acompañamiento de la institución defensorial les marcó el camino para que ahora ellas batallen por los derechos de miles de mujeres. “Las trabajadoras sexuales luchamos contra la trata y tráfico de personas, hacemos intervenir locales clandestinos donde explotan a menores, tenemos buzas trabajadoras sexuales que denuncian la explotación”, comenta orgullosa Lily y empieza a relatar los desafíos que tienen a nivel nacional e internacional. 

Antes de terminar de contar su historia, se para y dice “lo bueno es que ahora somos más, tenemos nuevas hijas de la Defensoría que seguirán la lucha por los derechos de las mujeres”.

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