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martes, 17 de mayo de 2016

Gregorio Iriarte, una lucha de paz con el arma de la palabra, por Wilfredo Milan Mamani Cusicanqui

Fue el vocero de los mineros. Llegó a hablar hasta con Barrientos para reclamarle la situación de miseria en la que vivían. Donde iban promovía el diálogo, la paz, el acuerdo. Todo eso para defender la vida.


Encontró un país agobiado por los conflictos políticos y sociales y por las ambiciones de poder, gobernado por dictaduras militares, donde la represión era una constante. Aunque él había sufrido en carne propia los rigores de la “guerra civil española” y los inicios de la segunda guerra mundial, el ambiente no dejaba de ser inquietante para el recién llegado, el sacerdote jesuita Gregorio Iriarte.

La cruda realidad de los trabajadores, las mujeres, los niños, los campesinos le llevaron definitivamente a un compromiso más concreto en favor de los pobres, de los perseguidos, de los exiliados. 

El contexto geográfico-histórico-político  en el que vivía Bolivia entre 1964 a 1981 marcó la personalidad de Gregorio Iriarte  Pozueta. Una vez ordenado sacerdote en España (1950) parte para Latinoamérica. Se establece 12 años en Argentina, pasa a Uruguay y posteriormente a Bolivia (1964). Llega a la mina Siglo XX, departamento de Potosí. En ese tiempo gobernaba el Gral. René Barrientos Ortuño que, el mismo año  siendo vicepresidente de Víctor Paz Estensoro dio el golpe de Estado y decretó la rebaja de sueldos y salarios a todos los trabajadores mineros.

Marcial Mancilla, extrabajador de la Radio Pio XII, cuenta que Iriarte, en la situación que vivían los mineros, era el único vocero que acudía casi de forma diaria a la Gerencia de la empresa para reclamar por los descuentos arbitrarios, despidos injustificados, allanamiento de hogares y persecución civil y militar a muchos trabajadores. 

Asimismo relata que “Barrientos era sagaz, astuto y fiel a la “doctrina de seguridad nacional” y actuaba bajo los dictámenes de Estados Unidos. Para mitigar la situación política con los mineros, Barrientos convocó a  Gregorio a su residencia presidencial”. 

En ese encuentro con el Presidente, Mancilla comenta que “Gregorio reclamó con vehemencia por la situación de miseria e intimidación que vivían los mineros”. Marta Orsini, autora de un libro de testimonios sobre Iriarte, declara que “solicitó por la libertad de Federico Escobar (dirigente minero)” y menciona que  “fue el primer enfrentamiento y conflicto que presenció y vivió  Gregorio Iriarte”.

Mancilla, afirma que “Gregorio Iriarte tenía una profunda vocación de servicio a su prójimo sin tomar en cuenta su militancia política o su credo religioso. De carácter férreo cuando se trataba de defender a los humildes y desposeídos. Su don de gentes y, sobre todo, su formación religiosa, se ponían de manifiesto en la defensa de los derechos humanos”.

Otro hecho histórico fue la llegada clandestina de Ernesto Che Guevara (1966) y la conformación del movimiento guerrillero de corriente antiimperialista. Según Marta Orsini, Gregorio en sus conversaciones repetía los versos que había escrito: “Minerito boliviano, que mala vida te espera. O mueres de silicosis. O en la noche te balean…”. 

En ese año “el 23 de junio, los mineros de Siglo XX se reunieron para analizar el problema salarial y el apoyo a la guerrilla. (El Partido Comunista no apoyó la guerrilla). Acabada la reunión, los mineros volvieron a sus hogares para celebrar la tradicional fogata de San Juan y cerca de media noche, los soldados de los regimientos Ranger y Camacho cercaron Llallagua y Siglo XX, abrieron fuego, dejando un saldo de 27 muertos y mucho heridos”, funesto hecho que hoy se conoce como la masacre de San Juan. 

A su paso por Radio Pio XII como director en el periodo de 1964 a 1968, según Filemón Escobar, “Gregorio Iriarte no solamente tenía  el mejor equipo de locutores y de periodistas, como Lalo Lafaye, Aida Flores, los hermanos Balderas, sino que él llevó la radio al área rural en el idioma no solamente castellano, sino quechua y aymara”.

Deja las minas de Siglo XX porque es destinado a La Paz (1970) donde vivió una serie de dictaduras como las del Ovando y Hugo Banzer Suarez. La dictadura de  Banzer duró casi siete años y fue la más dura. En 1974 se dio la “Masacre de Tolata”, después de un auge económico por la subida de los precios de los minerales.  Vino la devaluación económica muy dura y la población comenzó a reaccionar. En Tolata y Epizana las protestas fueron respondidas con bala. Se inicia la huelga histórica con cuatro mujeres mineras con algunos sacerdotes como Luis Espinal y Xavier Albo. “Gregorio Iriarte estuvo ayudando la parte logística y orientando el modo de seguir”.

Gregorio Iriarte manifiesta en una de sus cartas a Marta: “prefiero contestarte ahora mismo porque el mañana es incierto (…) tu cartita ha sido como una bocanada de aire fresco en medio de un ambiente asfixiante…”

En los salones de la Parroquia de Cristo Rey se comienzan a redactar textos sobre el movimiento indígena-campesino del cual Gregorio es el autor. El segundo texto que se publica es sobre Justicia y Paz, que es firmado por Amparo Carbajal, fundadora de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH). “Nos comenzamos a reunir para hacer la auténtica Asamblea Permanente de Derechos Humanos” y continúa “no le gustaban las palabras de bueno o malo, para él siempre era la vida, la vida tenía la expresión más sagrada de que hay esperanza, que hay amor. Aunque veía el sufrimiento y el dolor, para él siempre era esa lucha por una Bolivia mejor, por una Bolivia justa”.

Iriarte por medio de sus  acciones y escritos hizo conocer la realidad en que vivía Bolivia. María Eugenia Cárdenas, en su testimonio, dirá que “el arma que utilizó Gregorio para las luchas  para la justicia social y la democracia, fue la palabra”. 

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