Volver, ese siempre fue su deseo. Desde que Fernando Andrés Barbosa Vargas dejó Cochabamba, lugar donde nació en 1989, nunca cerró la puerta de retorno.
Canadá fue su hogar hasta hace unos meses, un mundo nuevo que pudo hacerle cambiar, olvidar o dejar sus raíces pero no sucedió. Bolivia estuvo presente siempre.
Jean, polera, zapatillas… viste casual. Su atuendo se completa con una mochila donde guarda una cámara fotográfica profesional, reportera y otros implementos que le ayudan en el registro de imágenes, parte de sus proyectos.
Fernando tiene 27 años, es modelo y actor. Su reciente participación en la obra de teatro “No me manques” de Rodrigo Bellot junto a Carlos Valverde, lo puso en el ambiente público cruceño. A esto se suma su participación en anuncios comerciales donde aparece al lado de algunas magníficas con un porte seductor y enigmático.
Esta es la vida que muchos conocen, pero hay una historia paralela, esa que habla de un ser humano sensible, luchador, aferrado a los sueños, incansable, más real.
En 2011 se conoció una primera iniciativa. Junto a su hermana que vive en Londres decidieron impulsar la campaña “Educando las Calles - Construyendo Sociedad”, un proyecto cuyo objetivo principal era lograr la educación de este sector vulnerable a través de su capacitación en artes escénicas.
Es inherente en lo que hace su espíritu de solidaridad que fue consolidando en distintas etapas de su vida, en las cuales tuvo la oportunidad de estar cerca a diferentes realidades, a través de actividades de apoyo y voluntariado; así como la influencia familiar.
—Todo eso me motivó para tratar de hacer algo, dentro de mis capacidades y recursos; y también, tratar de hacer lo que me apasiona, al mismo tiempo, creando un impacto en la sociedad—
Hace poco un medio nacional publicó un artículo sobre él donde lo describe como el “hombre perfecto”. Atractivo y de buen corazón, una combinación que parece haberse extinguido en esta época.
Pero su vida cada vez más pública y reconocida, no lo apantalla, mantiene los rasgos de sencillez en sus conversaciones y su sentido filantrópico en sus acciones.
—Quiero ayudar a la gente, hacer lo que pueda, no puedo ser indiferente—
Hasta hace unos meses trabajaba en "Despegar" un documental que se enfoca en una familia de seis integrantes, su trabajo y esfuerzo diario como recicladores de basura en un botadero de Cochabamba.
—Me gusta estar con los chicos de la calle, sus vivencias te hacen reflexionar muchas cosas, son gente que tiene tanto talento y no tienen oportunidades, quiero mostrar en este documental esta realidad que es en todo el país—
Según datos de la Defensoría del Pueblo, en Bolivia "existen al menos 850.000 niñas, niños y adolescentes que trabajan en distintos oficios, muchos de ellos sufriendo explotación, hambre y abusos".
Esta cifra es motivo de reflexión para Fernando quien está convencido de que la gestión de las autoridades es clave para entender esta problemática y defender los derechos de los más vulnerables.
Le gusta compartir con ellos todo el tiempo que pueda. El almuerzo es un momento de esos. En el mercado 25 de Mayo, ya tiene su casera. Se sienta con los chicos, ríen, hablan de todo y comen delicioso por un precio extremadamente económico.
"Pasar tiempo con ellos (niños y adolescentes) ha sido un aprendizaje mutuo y es algo que me motiva todos los días y me inspira. Trabajan todos los días como muchas dificultades pero eso no hace que se den por vencidos o vean el lado negativo a la situación".
Tiene la esperanza de que "Despegar" se difunda en la pantalla grande a mediados del próximo año.
Hablar con él es interesante, a veces le cuesta expresarse fluidamente porque siempre tiene mucho que decir, en el fondo reluce su timidez, aquella que encarna muy bien un ser humano con debilidades, encrucijadas y también errores.
Hace poco, motivado por ese instinto solidario, comenzó a sumergirse más en el conflicto de personas con discapacidad. Durante la vigilia que se inició en Cochabamba, él se acercó al grupo y conoció en profundidad su problemática.
Como ya es habitual en él, recurrió a las redes sociales para expresar su denuncia. Facebook e Instagram son sus espacios favoritos.
En la virtualidad encuentra no solo la posibilidad de decir lo que siente o mostrar las imágenes que reflejan momentos de su vida, sino que siempre recibe palabras de apoyo o admiración.
Martitza Guttridge le escribió hace poco: “Fer, siempre haciendo diferencia, ojala hubieran más personas como tú. Gracias por tu trabajo de mostrare al resto la triste realidad”. Esta podría ser una de esas frases que mejor hacen entender lo que transmite Fernando.
Así que una vez más decidió no quedarse indiferente ante esta problemática. Se unió a la cineasta Violeta Ayala para documentar la situación de estas personas y literalmente se puso en los zapatos de ellas.
Cuando el conflicto se complicó por el rechazo del Gobierno para otorgarles un bono de 500 bolivianos, el sector decidió marchar y Fernando también. Acompañó la caravana de Cochabamba a La Paz que duró más de 30 días en medio de la inclemencia del tiempo.
No fue fácil, pero se mantuvo firme todo el tiempo. Nuevamente las redes documentaron su experiencia como si fueran un diario de memorias.
Publica fotos donde se ve más flaco, cansado y con ojeras que ya no precisan de un retoque como en la otra faceta de su vida. Eso sí, nunca le falta una sonrisa, es como su marca personal, una forma de decir, estoy bien, esto es lo que quiero hacer, me hace feliz.
Habla y escribe perfecto inglés, eso le ayuda a mantener el contacto con sus amigos de Canadá y mostrar lo que hace en Bolivia a través de Internet.
Ahora está en La Paz, junto a los marchistas, a quienes llama “valientes”.
No hay rasgos de flaqueza… esta es su vida, la que escogió vivir.
Nuevamente, dejó el smoking y el glamour para pisar fuerte la realidad… hasta que las luces y la fama lo vuelvan a llamar.
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