Mucho se sabe de hombres que abandonan a sus mujeres y poco se dice de las mujeres que dejan a sus familias. Elvin Alcón es padre de cuatro hijos. La que fue su mujer se fue con todos los ahorros de la familia a empezar una nueva relación. Él tiene que trabajar y atender a sus hijos. Y, para colmo, el proceso de divorcio es un enredo judicial que no acaba nunca.
Sentado en una banca del parque mirador Laikakota de la ciudad de La Paz estaba Elvin Alcón, de unos 35 años agarrando la mano de un niño de unos 3 años y con la mirada controlaba a sus otros tres hijos, (dos mujeres y un varón).
Elvin trabaja como chofer en un ministerio y tiene de lunes a viernes poco tiempo para compartir con sus hijos. “Son cuatro, dos varoncitos y dos mujercitas…el mayor tiene 11 años y el menor 3 años”, cuenta. Cuando se le consulta sobre la madre de sus hijos, un largo silencio es la respuesta inicial. Se levanta presuroso, dejando a su hijo en la banca y corre a recoger a una de sus hijas, que en el ajetreo de los juegos mecánicos, se desestabilizó y había caído aparatosamente, lo que le provocó un largo sollozo.
Hace seis años cuando empezó a trabajar en el ministerio, su ritmo de vida empezó a cambiar, del trabajo de taxista con horarios propios y disponibles, pasaba a horarios establecidos y viajes permanentes a las provincias y otros departamentos, a veces de varios días. “Todo lo que ganaba le entregaba a mi esposa, incluso mis propios viáticos, pero en noviembre de 2014, con la idea de ir a traer comercio desde Arica, se llevó toda la plata que habíamos ahorrado, hasta nos prestamos, dejó a sus hijos y no volvió…empecé a buscarla pero nada….hasta que me dijeron que estaba en Cochabamba con otra persona y viajé la encontré feliz en esa ciudad, gastando nuestra plata con otro hombre, le dije que volviera, le he rogado bastante y no quiso saber nada¨, cuenta luego de volver con una de sus hijas en brazos, instante en que el otro menor exige también que le levante como a su hermanita.
Frente a la situación planteada y la decisión de su pareja, Elvin pensó en divorciarse y así solucionar legalmente el problema, tener el camino claro, definir la situación de su familia y asumir las responsabilidades que se tengan que asumir. La separación era óptima, si por otro lado, no había bienes para dividir, solo los hijos y las hijas, pensó seguramente que sería fácil y rápido el proceso de divorcio.
En abril de 2015 iniciaron el proceso de divorcio, no había otra solución, estaba irremediablemente roto el vínculo matrimonial, papeles van, papeles vienen, los chantajes por tener a dos o tres hijos por parte de la madre y la obligación de asumir la responsabilidad de la manutención al padre, no han logrado hacer avanzar el proceso y a eso hay que sumarle que “el abogado parece que quiere algo, porque sólo me dice que debemos presentar un memorial, una carta y para cada una de esas cosas, me saca plata y cada vez más plata y no avanza nada”. A un año de haberse iniciado el proceso, cada uno vive aparte, él se quedó con los cuatro hijos, asumiendo toda la responsabilidad y ella se fue.
Cada fin de semana “las veces que estoy aquí” intenta estar el mayor tiempo posible con sus hijos. “Tengo que levantarme a las 5 de la mañana, preparar el desayuno y lavar algunas ropas, me ayudan mucho mis hijos mayores (uno de 11 y la otra de 9 años), les dejo todo indicado y me voy a trabajar”. Pero cuando viaja por más de dos días, a veces al interior de Bolivia, ¿cuál la situación? ¨Estoy muy triste, porque dejo a la responsabilidad de mis hijos, a los mayores, el cuidado de los menores, ellos se ocupan de todo, desde la alimentación hasta la escuela, al menor tienen que encerrarle en el dormitorio con Tv prendida y con comida hasta las 12 cuando retornan de su escuela. Yo llamo cada rato, a veces se enojan mis jefes, pero tengo que hacer eso, porque no puedo dejarlos solos, pero también tengo que trabajar, ganar plata, porque ahora sí que estoy sin recursos….todo se ha llevado la señora¨.
Mientras hablaba, había comprado sin tomar mucho reparo unos helados y dulces para sus hijos, ante la alegría de los menores, ajenos a toda la pena que vive Elvin.
“Quisiera de una vez terminar el divorcio, así podría saber bien las responsabilidades, pero no avanza, y sigo aquí con mis hijos y ella seguramente estará con su nueva pareja, ojalá le vaya bien”, sostiene Elvin.
“Lo peor es que la doña ésta, me ha iniciado un proceso para que le de plata para su manutención, porque dice que está enferma y todo porque tuvo 4 hijos para mí (…) muy sinvergüenza es la señora¨, dice con la mirada perdida, y con rabia intenta controlar las lágrimas que están por rodar por sus mejillas.
El bullicio de niños y niñas y el grito de los vendedores ofreciendo a los visitantes del parque municipal de Laikakota en La Paz, apaga las penas de este hombre que seguirá junto a sus hijos e hijas y volverá a la ciudad de El Alto donde radica desde hace 20 años, cuando llegó de su natal y calurosa Caranavi, para iniciar una nueva semana con la rutina de siempre y la esperanza de solucionar su problema de una vez.
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