Durante la dictadura de Banzer fue apresado por oponerse a un pacto político del MAS, con ADN y la Falange. Sufrió torturas, quedó con secuelas en la vista y estuvo a punto de ser fusilado. Su hábeas corpus escrito en un papel higiénico ahora es memoria del mundo.
Han pasado 44 años de aquel día en el que Bolivia despertó entre ruidos de metralletas y tanques que anunciaban el golpe de estado de Hugo Banzer Suarez. Estudiantes, líderes universitarios, campesinos, obreros y jóvenes poblaron las cárceles del país solo por pensar en libertad y justicia social, todo había cambiado partir del 21 de agosto de 1971.
Una de las víctimas de la dictadura militar de Banzer fue el ciudadano Reynaldo Peters Arzabe, perseguido políticamente por sus ideas democráticas, fue privado de su libertad, al igual que muchas personas que se atrevieron a gritar su verdad.
Las raíces de un líder
Un 23 de febrero de 1946, nació este hombre en las entrañas de la tierra minera, Oruro, al compás de la danza de los diablos y morenos, en medio de cohetillos y agua de Carnaval. Esto, según su padre, Germán Peters Olivares (destacado personaje de la tierra de los Urus), fue determinante en el carácter alegre, positivo e indomable de Reynaldo Peters.
Inició sus estudios en el colegio Alemán de Oruro, concluyó su bachillerato en el Colegio Nacional Bolívar de La Paz. Cuando apenas tenía 10 años ya mostraba innatos impulsos de liderazgo, por lo que se hizo integrante de las brigadas prejuveniles, lo que le llevó a dar un discurso dirigido a los Convencionales del Nacionalismo Revolucionario, sorprendiendo por su corta edad.
“Reynaldo en sus primeros pasos en política junto a sus amigos Oscar Cornejo y Edmundo San Martín (El Negro) tenía un periódico que se llamaba “El Estudiante” y como mejor podían hacían periodismo con contenidos, entrevistas, comentarios de líderes del Nacionalismo Revolucionario”:Germán Peters
Pasaron los años y llegó a ser Presidente de la Federación de Estudiantes de Secundaria de La Paz y luego Dirigente Nacional. Junto a su directiva protagonizó una manifestación contra el alza del precio de las libretas escolares, esto originó una represión de los policías, que terminó en detenciones. Entre los presos estaba Peters, quien pasó una noche y medio día detenido por el famoso General San Román, comenta su padre.
No fue fácil el ingreso a la Universidad Mayor de San Andrés, Carrera de Derecho, tuvo que enfrentarse a los fachos que manejaban la Universidad, pasó a formar parte de una aguerrida organización que funcionaba con el nombre de Avanzada Universitaria y que en la época de Barrientos y Ovando se convertiría en el referente político más importante de la resistencia. Ellos escribían periódicos con nombres tales como: Voz Universitaria, Voz Campesina y Voz Obrera.
La vida de Reynaldo iba pasando entre libros, exámenes, actividad política, lucha en las calles, detenciones por insurrecto al régimen dictatorial, heridas de golpes, allanamientos por luchar por sus ideales y hasta premios en Festivales de poesía rebelde y revolucionaria. En esa época, junto a varios líderes políticos, obreros, campesinos e intelectuales, redactó un documento histórico titulado “Organizarse y Armarse”, documento crítico que mereció su persecución. Encabezó además el Movimiento Universitario que originó la famosa “Revolución Universitaria”; eran los años 70. La Universidad era considerada por los golpistas como el antro del comunismo.
“Mi hijo Reynaldo siempre fue un guerrero defendiendo imposibles, pero triunfando”.
Tenía 25 años, era Presidente del Comité Revolucionario de la Facultad de Derecho. “Este fue el principal motivo para que me tomaran preso, al no estar de acuerdo con el pacto político que realizó el MNR con ADN y Falange Socialista Boliviana, fui Jefe Nacional de la Juventud, estos fueron motivos suficientes para la gente de la Derecha del MNR, que estaba metida con el golpe de Banzer era la que no me quería en la filas del MNR”, rememora ahora Peters.
La libertad se esfumó
“Llegué de México, donde estuve haciendo mi curso de doctorado, a la semana de haber llegado al país me tomaron preso, yo estaba ordenando mis papeles en mi oficina de Abogado, cuando irrumpieron los agentes del Departamento de Orden Político, (DOP), me dijeron que los acompañara porque había una denuncia en contra mía, porque yo había girado un cheque sin fondos a mi dueña de casa y ella había puesto la denuncia, cosa bastante rara porque la dueña de casa era mi suegra, y yo no tenía chequera, no tenia cuenta corriente, ya cuando me llevaron a la DOP, me dijeron que habían varias denuncias en contra mía por actividades políticas subversivas”, continúa el relato.
“Se presentaron seis agentes, todos con metralletas, me invitaron entre comillas, a que los acompañe a rendir mis declaraciones, una invitación particular, porque yo me veía rodeado de ametralladoras y fusiles, cualquier movimiento que pueda hacer, ponía en riesgo mi vida, a partir de ese momento empecé a pensar en libertad, yo quería escaparme, empecé a bajar las gradas del edificio de la calle Comercio, esquina Genaro Sanjinés, no quise subir al Jeep, me llevaron a pie custodiado, caminé y mientras lo hacía gritaba: ¡Me están tomando preso! la gente escuchaba”.
“En ese momento vestía con traje, corbata, me hicieron sacar los cordones de los zapatos, el cinturón, dejé los bolígrafos, papeles, carnet de identidad y la corbata”.
El tropezón
El tropezón, así se llamaba la celda en la que estuvo Peters, lugar que encerró gritos, sangre, dolor y muerte de muchos que por ahí pasaron.
“El primer día no me tomaron declaración, sí el segundo día, afirmaban que tomé contacto con el exterior, con Juan Lechín Oquendo y Siles Suazo, y que estaba tramando un Golpe de Estado a Banzer, me incomunicaron en la celda llamada “El Tropezón”, que quedaba en los bajos de la Prefectura, ahora la Gobernación, ahí me tuvieron por dos semanas, en calidad de detenido incomunicado, no podía tener comunicación absolutamente con nadie y ahí fue que se me ocurrió presentar un Habeas Corpus, muchos de mis compañeros me decían que no debería hacerlo, porque habrían represarías en contra de mi familia y que además corría peligro mi vida, muy a pesar de ello, quise presentar mi recurso en el papel que había que era el papel higiénico”.
“Toda persona que creyera estar indebida o ilegalmente perseguida, detenida, procesada o presa, podrá ocurrir por sí o por cualquiera a su nombre con poder notariado o sin él, ante la Corte Superior de Distrito o ante cualquier Juez de Partido, a elección suya, en demanda de que se guarden las formalidades legales…” (Art. 18 de la Constitución Política del Estado) Waldo Albarracín Sánchez.
Derritiendo un repuesto de bolígrafo encontrado en una esquina de la celda, empieza a escribir en el papel higiénico, el recurso de Habeas Corpus. Al pie estampa su firma y especifica su domicilio como la celda El Tropezón de la DIP.
“Mi esposa recogió la ropa sucia, ahí envié el papel en medio de mis calcetines, en la requisa no encontraron nada, tenía 15 días de no haberme cambiado, pero mi esposa si lo encontró y presentó ese papel higiénico como si se tratara de un pasaporte a la libertad de su esposo”, recuerda.
Durante 12 días no hubo golpes, pero cuando le llevaron al Ministerio, bajaba del Jeep y el agente que le custodiaba le dio un culatazo en la nuca, causándole una lesión irreversible en la vista. “Se me fue degenerando la visión”, dice. Son muchas las operaciones que se realizó a raíz de ello.
“Los médicos me dieron calmantes, las otras presas me ayudaron, ahí me permitieron ver a mi esposa y a mi primer hijo, el oculista el Dr. Pescador quien se enteró de mi dolencia, hizo que me trasladen a otro lugar, me llevaron con otros presos políticos a la Isla de Coati o Isla de la Luna, ahí estuve desde el mes de marzo a noviembre de 1972, junto a tres presos nos volvieron a trasladar a La Paz, nos llevaron al Ministerio de Gobierno, ahí me desmayé al bajar, pensaron que me dio un infarto, me llevaron al Hospital Militar como preso hasta el mes de diciembre, los médicos de turno eran mis compañeros de colegio, ellos brindaron informe de mi estado delicado de salud”.
Su familia corría peligro
Se estructuró el aparato represivo que sembró el terror de la población con víctimas, desaparecidos, muertos, torturados prisioneros, exiliados, perseguidos despedidos, prescindidos de sus lugares de estudio, de vivienda, se suprimió la libertad de prensa y expresión, se ejerció una campaña de acción para eliminar a los opositores.
El segundo hijo de Peters acababa de nacer. La que fue su primera esposa, Rosario Sánchez Becerra, afirma que los servicios de la represión habían llegado a la Clínica con una orden de detención, las enfermeras y el ginecólogo evitaron que se la llevaran. “Sacamos a mi hijo temiendo que sea secuestrado o desaparecido, posteriormente salí disfrazada de hombre para burlar la vigilancia”.
“Aprovechando algún descuido pude ver a mi segundo hijo recién nacido estando detenido aun, me operaron del problema estomacal, mientras mis compañeros de la Isla de Coati fugaron al Perú, los que no pudieron huir, fueron apresados, fue entonces que reforzaron la guardia, seis tiras en la puerta del Hospital”, recuerda Peters.
Nos llevaron al Panóptico en calidad de presos aislados, no teníamos contacto con los presos comunes, nos pusieron en libertad debido al decreto de amnistía para la Navidad de ese año.
Torturas
Las torturas a las que fueron sometidos los compañeros de celdas calaron en las venas de Peters, así relata una de las escenas: “Me llevaron al Bosquecillo de Pura Pura para fusilarme, me enmanillaron, grilletes en los pies y me ataron a un árbol, los agentes me pidieron que diga mis últimas palabras: Viva Bolivia Carajo, dije, fue ahí que escuché los balazos y pensé que estaba en manos de Dios, me echaron agua fría y me llevaron a Viacha, ahí me quejaba porque me dolía mucho la cabeza y la frente”.
“Los perseguidos y prisioneros de políticos fueron tratados como enemigos de guerra, se creó el Departamento de Orden Público DOP, ente encargado de realizar la represión política constituido por paramilitares que reclutaban su personal entre el hampa de la ciudad de La Paz. No hay cifras exactas, se calcula que entre agosto de 1971 y julio de 1978, la dictadura habría asesinado a 200 personas, encarcelado a 14.750 personas, por ofensas contra el régimen y otras 19.140 personas fueron obligadas a salir del exilio. La represión no solo se centró en opositores políticos y dirigentes sindicales, sino que detuvo a periodistas, abogados, economistas, ingenieros, religiosos y religiosas de diferentes creencias que fueron reprimidos por realizar su labor de un modo que el gobierno consideraba subversivo”, Ronald Grebe.
Libre solo por tres meses
“Me quedé en La Paz, abrí mi bufete de abogados, planteando Habeas Corpus, realicé denuncias ante los gobiernos internacionales, los cuales me buscaron para saber mi verdad, a partir de ahí, me tomaban preso cada tres meses, acusándome de tener contactos con el extranjero, pasaba más preso que libre”, cuenta.
“El mantener su fe en Dios y en un pedazo de papel higiénico cambió su vida y la de más de 350 personas que recobraron su libertad en un estado de dictadura, lucho por sus ideales”.
Reconocimientos
Son varias las organizaciones del mundo del Derecho que se han manifestado para resaltar y destacar este acto de valor civil. El año 2006 el Consejo de la Abogacía Española le entrego la Presea “Gran Collar de los Derechos Humanos, el 2013 la Organización de los Derechos Humanos Martin Luther King le concedió la Medalla de los “Derechos Humanos en Única Clase”, fue distinguido como “Miembro de Número y Honor” de varios colegios y Academias de Derecho en América Latina y Europa y para este 2016 MOWLAC (El Comité Regional para América Latina y el Caribe) del Programa Memoria del Mundo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (Unesco) decidió incorporar al Habeas Corpus en Papel Higiénico como Patrimonio Documental del Mundo.
Un gran personaje, paz en su tumba.
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