Fue el mayor dirigente trotskista de Bolivia. Formador de varias generaciones de jóvenes que, con él, aprendieron a leer en los libros, pero sobre todo, en la realidad boliviana y mundial. Fue preso, liberado, perseguido, exiliado; pero nunca dejó de escribir. Su obra intelectual es el mayor legado.
La década del 60 del siglo pasado se produce la irrupción de un grupo de jóvenes intelectuales de izquierda, todos ellos pequeño burgueses, algunos hijos de gamonales, como Alberto Bayle Gutiérrez, o de funcionarios ligados al régimen feudal burgués, como Marcelo Quiroga Santa Cruz. Descendientes de una población blancoide castellana. Quizá es la generación de los denominados pequeños burgueses de mejor formación intelectual, comprometidos con el país y con ambiciones nacionalistas.
Este era el escenario político en el que muchos jóvenes de clase media buscaban respuesta y explicaciones a los acontecimientos que se vivían en el país. En el afán de encontrar respuestas a las preguntas que bullían en el cerebro de estos jóvenes universitarios, muchos acudían a los cursos que impartía Guillermo Lora. Eran charlas antes que cursos académicos, fuera de la universidad, realizadas en la casa de algún militante o en un local sindical al que se podía acceder. En uno de sus cursos afirma: el gobierno de Ovando no es más que la continuación de la política del MNR por los militares.
De este modo es que uno de sus seguidores, Rene Valdivia recuerda a Guillermo Lora, con quien entabla una amistad y militancia que se proyectó hasta el siglo XXI, hasta su muerte en el mes de mayo del año 2009.
Así eran las charlas promovidas por Guillermo Lora Escóbar, dirigente trotskista boliviano, quien nació el 31 de octubre de 1922 y falleció el 17 de mayo de 2009. Militó en el Partido Obrero Revolucionario (POR) desde la década de 1940 hasta su muerte, aportando grandes contribuciones a la política desde la izquierda boliviana y al movimiento Trotskista.
Según el testimonio de sus 71 “Obras Completas”, que escribió en vida, desde 1942 hasta el último ejemplar publicado el 2008, un año antes de su muerte, Lora fue uno de los políticos consecuentes con su ideología, que enfrentó diferentes etapas de la represión de gobiernos militares y de aquellos denominados democráticos.
Desde 1942 Lora forma ideológicamente a sectores sociales de la producción minera y enfrenta la clandestinidad en varias ocasiones, es detenido y enviado a la Isla de Coati en el lago Titicaca, como prisionero político. En 1949 también fue deportado a Chile pese a haber sido elegido diputado por Potosí, país del que retorna de forma clandestina.
En 1958 es procesado bajo el cargo de “inspirador intelectual de levantes antigubernamentales”, pero un año después es liberado, detenido en Potosí, liberado, detenido en La Paz y después nuevamente liberado.
En 1961 nuevamente enfrenta un proceso político y es enviado al campo de concentración en Puerto Villarroel, en el oriente boliviano, donde logra recuperar su libertad declarándose en huelga de hambre. Parte de su vida fue enfrentar detenciones y procesos, hasta que en el régimen militar logra escapar de “los escuadrones de la muerte del ejército” y declararse en la clandestinidad, oportunidad que no tuvo su hermano Cesar Lora, quien es asesinado, dejando claro el mensaje a Guillermo Lora por ser contestatario a los diferentes gobiernos.
Para un político que nunca abandonó su ideología y que logra escribir sus pensamientos críticos hasta su muerte, no se aplicaron las normas constitucionales, ni los acuerdos internacionales, que dicen defender los derechos humanos o la libertad de expresión o posición ideológica. Pese a su aporte intelectual y político al país, Lora no recibe los reconocimientos del sistema democrático, siendo recordado a la fecha sólo por una “vieja” generación militante de dicha tendencia política.
Formador
Valdivia recuerda a Lora por sus cursos y charlas de alto nivel de formación política e investigación de la realidad boliviana. Para él, Lora es un militante comprometido con la revolución obrera, un apasionado por los intereses de los explotados. En sus clases extrauniversitarias, pero de un nivel universitario, la historia de Bolivia y la lucha de las clases sociales estaban presentes, de modo particular el movimiento obrero, como clase social y como estrategia.
En cuanto al contenido de las charlas, Éstas podían abarcar la realidad de país hasta temas de nivel mundial, En realidad, sus cursos eran la expresión del pensamiento mundial concretizado en el análisis de la realidad boliviana. Eran el marxismo y el trotskismo los instrumentos de análisis de lo que era el país como tal y en su relación con el mundo. Eran discusiones vivas y apasionadas acerca de la vida política del país, sin concesiones al nacionalismo burgués y al imperialismo.
En los procesos de formación ideológica Valdivia recuerda que la exigencia de lecturas era el requisito esencial, porque “aún la ciencia no encontró una píldora que al ser consumida, nos vuelva inteligentes” o “que la ciencia, el marxismo venga en cápsulas, que al ser consumidas lo conviertan a uno en marxista”, decía Lora. “Era su modo de acicatear, de empujar a los militantes a la lectura, al estudio. Tenía en alto a los jóvenes que mostraban cierta inclinación intelectual y amor por la lectura. Cuando al partido se acercaban jóvenes con preocupaciones intelectuales, se convertían en sus “preferidos”. Paradójicamente, estos jóvenes intelectuales acabaron en el campo de la contrarrevolución y ninguno alcanzó la talla de Guillermo Lora. Ni siquiera de aquella generación de intelectuales pequeño burgueses de la década del 60”, reconoce Valdivia.
De todos los militantes formados por Lora, algunos llegaron a ser ministros, otros escriben eventualmente y hay uno que se cree genio, un superdotado. Pero más se lo conoce por su ambición, de querer ser un empresario, dueño de ATB, asegura el entrevistado.
Con seguridad, la mayor frustración es que de la camada de jóvenes que acudieron a sus cursos de formación política no emergió uno que se elevara a su talla, y menos uno que lo supere. Esta es una tarea pendiente. A pesar de esta ausencia, Guillermo fue el divulgador del pensamiento marxista trotskista, el formador de generaciones, convencido de que los obreros y explotados serían los que mejor podían entender el marxismo.
“De él aprendí a pensar teniendo en cuenta la realidad, sus comentarios modernizaron mi pensamiento al igual que la lectura de los libros marxistas y lo modelaron para pensar en futuro. La búsqueda de un gobierno obrero campesino obligaba a pensar teniendo en cuenta el futuro, la revolución obrera, un evento que estoy seguro va a llegar. En resumen él fue mi maestro”, indicó.
De los actuales escritores, muchos conocen a Guillermo Lora por los libros que ha escrito, por sus obras completas que hasta la fecha suman 71 libros. Pero Lora era ante todo el panfletista político, el editor de Masas, el periódico del POR, y las Tesis de Pulacayo, su mayor obra intelectual. En ella mostraba a los obreros y explotados del país el gobierno a ser construido, un gobierno obrero campesino cuyo objetivo es la construcción del socialismo. En el siglo XX la Tesis de Pulacayo marca la historia del país y Masas fue su expresión, el instrumento para llegar a las masas obreras, a las masas campesinas y a la clase media. Estaba seguro de que las ideas expuestas en el periódico del POR llegaban a la gente por hilos invisibles. Hubo un tiempo en que Masas se publicaba cada día, era una hoja o dos. Era la necesidad de responder al cambiante sentimiento de las masas, de darles rumbo.
También sentía orgullo de haber escrito La Historia del Movimiento Obrero, pero su obra más importante no la escribirá: La Historia de Bolivia desde una perspectiva marxista. Su biblioteca fue organizada con tal objetivo, pero pudo más la pasión política. Los últimos años de su vida estuvieron entregados a escarbar la realidad presente, a fortalecer el partido y convertirlo en la vanguardia del movimiento obrero, estaba seguro de la irrupción de las masas, cuya presencia se sintió en los primeros cinco años del Siglo XXI y que culminó llevando a Evo Morales al poder, proceso que es considerado un aborto de las masas, ante la falta de la dirección del POR.
De la Historia de Bolivia que pensaba escribir quedaron ideas sueltas, una labor pendiente.
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