Archivo del Blog

lunes, 16 de mayo de 2016

“Necesitamos más Griseldas”, por Jorge Luis Alurralde Peredo

Griselda Sillerico lleva 15 años trabajando en la Defensoría del Pueblo y, desde ahí, le puso el hombro a la defensa de los derechos humanos y, particularmente, a los derechos de las mujeres. Ayudó a construir la institucionalidad de la Defensoría del Pueblo y, si bien aún no ha definido qué hacer en el futuro, cree que ha concluido un ciclo.


Si la ves, a primera vista no pensarías que esta mujer de casi unos 60 años tiene un carácter ágil y sincero y una energía capaz de sostener reunión tras reunión durante toda una jornada, para luego dictar una cátedra en la carrera de Trabajo Social de la Universidad Mayor de San Andrés, donde ya está más de un lustro como docente titular.

Es imposible no asociar a Griselda con casos como los de Analy Huaycho, Paola Belmonte, Andrea Aramayo o el de Sara Choquehuanca, con sus diferentes bemoles; pero que contaron son su participación, lucha y permanente insistencia, tanto para el seguimiento de los casos, como para la restitución de los derechos vulnerados de las y los afectados.

Tal cual caracteriza a cualquier autoridad de su rango, es muy difícil de encontrar un espacio en su agenda atestada de reuniones de trabajo y convocatorias sobre derechos humanos .Trabajadora social de profesión, llegó a la Defensoría del Pueblo hace más de 15 años y en esa institución no sólo alcanzó un nivel de Jefatura, sino además ostenta ahora, ya por finalizar, el cargo de Adjunta de Programas y Actuaciones Especiales.

Esa instancia es equivalente a un viceministerio e incluye todo lo relacionado con poblaciones en especial riesgo de vulneración de sus derechos, vale decir Mujeres, Personas Adultas Mayores, Personas con Discapacidad y Privados de Libertad entre otros.

Es poco probable que exista una persona vinculada a los derechos humanos en Bolivia que no haya oído hablar de ella o no la conozca, es que más de tres lustros en la Defensoría del Pueblo la convierten en un ícono de la defensa sobre todo de los derechos de las mujeres.

Parte de la rutina diaria

Hoy su agenda está llena y empezó muy temprano en la mañana con una entrevista en un canal local a las 7:00 AM para hablar sobre uno de sus máximos intereses, la defensa de los derechos de las mujeres. Luego tiene programado un encuentro con los líderes de la marcha de las Personas con Discapacidad que acaban de llegar a La Paz a eso de las 8:30. A partir de las 10:00 reunirá a su equipo de trabajo y evaluará las acciones de cierre de la gestión del actual Defensor del Pueblo. Entretanto, es muy probable que su celular haya sonado más de 30 ó 40 veces, y haya decidido simplemente cortar las llamadas para mantener su atención a lo antes programado.

Ya a punto de iniciar la reunión con su equipo de trabajo ingresa su secretaria, Elizabeth, y le comenta que urge su presencia en la planta baja del edificio de cuatro pisos de la zona de San Pedro, un grupo de víctimas de violencia política decidió declararse en huelga de hambre. Ellos exigen hablar con el Defensor del Pueblo y ante su ausencia, Griselda asume el reto y los escucha; mientras su reunión programada será postergada algunas horas. Es que la agenda es a veces tan variable que obliga a modificar lo planificado, con el fin de “escuchar al otro”, porque para ella “lo más importante es el contacto con la población”.

A partir de aquello, entendió la importancia de “la construcción de alianzas estratégicas para crear sinergias y avanzar en logros”.

Una mujer maravilla

Hace poco se estrenó una de las últimas producciones de MARVEL, Batman vs Superman, y en esta película una de las protagonistas era la mujer maravilla, sí aquella amazona de cuerpo escultural y que es capaz de enlazar a sus rivales de turno con su lazo. 

Pues bien, para la secretaria de Griselda los últimos tres años, Elizabeth Calero, su jefa es la “mujer maravilla”, pero no por lo estético o externo sino porque “ella no se cansa”, tiene una admirable energía y sobre todo mucha “disposición para escuchar”. Y es que no debe ser nada fácil iniciar una jornada con una entrevista muy temprano a las siete, otra al finalizar la tarde, “una reunión en el medio y una asistencia a un evento que no puede asistir el Defensor del Pueblo y a la que fue delegada”.

Ah y nos olvidábamos de lo más importante, Griselda es madre de dos hijas y dos hijos, además de esposa de Rubén y abuela de dos nietos, ocupaciones a las que también dedica su empeño; pero que en innumerables ocasiones tuvo que postergar por dedicarse a algún asunto de la Defensoría del Pueblo.

“Accesible y comprometida”

Elizabeth Zeballos conoce a Griselda hace más de 15 años en la Defensoría del Pueblo, es una de las servidoras públicas más antigüas de esa institución y la reconoce por su calidad humana, “al extremo de dejar incluso su casa e hijos a fin de brindar una respuesta a quien la necesitaba, sin importar el horario”.

Para Elizabeth, Griselda es no solo una “reconocida defensora de los derechos humanos de las mujeres”, sino que además es una inspiración de trabajo y sin duda “compromiso” que convertirse en autoridad no cambió en nada hasta ahora y que más bien “siempre estuvo al alcance de todos”.

Griselda confirma todo lo anterior cuando nos dice “yo siendo autoridad no he cambiado”.
“Me tocó construir la Defensoría y eso hice”

Griselda recuerda con mucha nostalgia cómo fue la primera vez que pisó la Defensoría del Pueblo, nunca pensó permanecer los más de tres lustros que ya está y que según ella misma ya concluyen con un ciclo de mucho trabajo, dedicación, logros y por supuesto también preocupaciones.

Uno de esos casos que ella vio como pendiente, fue no alcanzar a constituir como Adjuntorías el programa de mujeres y el programa de pueblos indígenas, entre otros aspectos. Sin embargo, haciendo un balance los saldos positivos son mucho más que los negativos, como la etapa preconstituyente, el acompañamiento en la Asamblea Constituyente y la etapa postconstituyente, en la que al igual que todos los grandes temas de la coyuntura boliviana de este último tiempo, Griselda fue protagonista.

Ella es muestra de la institucionalidad defensorial y aún recuerda cuando postuló hace 17 años a la Defensoría del Pueblo y por concurso de méritos logró incorporarse a esta institución entre más de 50 aspirantes, para luego trabajar con tres autoridades distintas, Ana María Romero de Campero, Waldo Albarracín y Rolando Villena. 

Llegó en la época de la primera defensora del pueblo y juntas construyeron la Defensoría del Pueblo. “Si tuviera seis como vos” le decía Ana María Romero de Campero, “es que ella tiene ñeque”, le decía Waldo Albarracín; pero fue Rolando Villena quien le dio la confianza plena para que se desempeñe como Delegada Adjunta de Programas y Actuaciones Especiales en la Defensoría del Pueblo.

Aunque no tiene certidumbre respecto de su futuro en esa institución, asegura que “cumplió un ciclo”, en el que se aportó de forma decisiva en leyes tan importantes como la Ley 045 contra el racismo y toda forma de discriminación o la Ley 348 para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia, entre otras.

Hay quienes dicen que el trabajo de Griselda muchas veces confunde el activismo en derechos humanos con la verdadera gestión defensorial que debería caracterizar a la institución; sin embargo, casi todas y todos coinciden que si contáramos con más Griseldas los aportes de la Defensoría del Pueblo serían aún mucho mayores de lo que son en la actualidad, “necesitamos más Griseldas” concluyen.

Griselda se asume como una de las principales constructoras de lo que hoy conocemos como Defensoría del Pueblo y confirma que solo su “compromiso y mística hicieron que siga y continúe” en esta institución. 

Ella recuerda entre otras cosas como inició su trabajó en esa entidad, “cuando ingresé no teníamos ni muebles, a los días Ana María se movilizó y consiguió unos escritorios prestados”, así empezó nuestro trabajo nos cuenta. 

“Los derechos humanos se siembran y se cosechan en años”

“Bolivianas y bolivianos no conocemos nuestros derechos y al no conocerlos no los ejercemos”, esa era nuestra premisa a partir de un diagnóstico que se trabajó a nivel nacional con Rafael Puente, relata. De esa forma empezamos a trabajar con Personas con Discapacidad, Mujeres, Niños trabajadores, Trabajadoras sexuales “fue todo un desafío”. A partir de aquello “caminamos con los actores y organizaciones, durante 17 años”

Es que para ella “el trabajo con sociedad civil fue clave y luego la coordinación con las autoridades, para que asuman sus responsabilidades, ya que ellos son garantes del estado”.

También recuerda un encuentro con un connotado abogado nacional, ocasión que le permitió sacar a relucir la otra mirada de los derechos humanos, no simplemente la jurídica. Alguna autoridad en la institución le increpó “aquí hacemos vigilancia jurídica”, a lo que Griselda contestó “haga usted la vigilancia jurídica, yo hago vigilancia social”.

“Había la mirada que sólo los abogados pueden hablar y trabajar sobre derechos humanos”, entonces era momento de impulsar el enfoque multidisciplinario con su equipo y garantizar una mirada más holística que permanece hoy vigente.

Otro de los grandes logros de los que se jacta es el trabajo desarrollado con los servicios legales integrales en Bolivia, a los que califica de “sus wawas”, costó años su consolidación pero luego de la siembra la cosecha y los frutos son evidentes. 

“Hace mucho tu cuna”

Griselda viene de “una universidad académica”; pero también de una universidad de la vida que le dieron sus padres, quienes en todo caso le enseñaron entre otras cosas a  “entender el problema del otro y de la otra”.

Reconoce a su padre como un revolucionario y a su madre como “una persona muy solidaria”, ambos son gestores de lo que alcanzó hasta hoy, por eso ella habla de su cuna con mucho cariño y reconocimiento.

Griselda se ve como “una mujer luchadora por los derechos humanos, interpeladora ante la muerte de las mujeres, siempre dispuesta a escuchar al otro y a la otra”, además confirma que tiene un lugar ganado en la sociedad civil situación que se confirma con las más de 60 llamadas que recibió para postularse como Defensora del Pueblo. No lo hizo por su compromiso con la actual gestión defensorial.

A Griselda Sillerico le gustaría que la recuerden como quien logró “construir confianza con el otro y con la otra”, ya que con la confianza logras credibilidad, esencia fundamental para una institución como la Defensoría del Pueblo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario